Frases de Tomás de Aquino
Tomás de Aquino, hoy convertido en Santo, fue un teólogo y filósofo italiano perteneciente a la Orden de los Predicadores. Nacido en el poblado de Roccasecca en el año 1224, es uno de los pensadores cristianos más relevantes de la historia de la humanidad.
Su obra escrita suma más de 15 tomos, que se turnan entre la filosofía y la religión. Gracias a esta vasta producción intelectual, hoy podemos reunir una lista con las frases más icónicas de este increíble personaje:
Frases de Tomás de Aquino
Dios, que es acto puro y no tiene nada de potencialidad, tiene un poder activo infinito sobre las demás cosas.
A aquel que tiene fe, ninguna explicación le es necesaria. Para uno sin fe, ninguna explicación es posible
El bien puede existir sin el mal, mientras que el mal no puede existir sin el bien.
Para ser voluntario un acto, ha de proceder de un principio intrínseco con algún conocimiento del fin.
La espiritualidad cristiana no tiene más norma que la de seguir a Cristo maestro.
Si el objetivo más alto de un capitán fuera preservar su barco, lo mantendría en el puerto por siempre.
La fe se refiere a las cosas que no se ven, y la esperanza a las cosas que no están al alcance de la mano.
El derecho es lo justo o ajustado a otro conforme cierta clase de igualdad
La esencia del amor es hacerse amigo de Dios, en tanto que Él es feliz y la fuente de la felicidad.
El amor divino, sin comparación, es fuerza de fusión, pues quiere el bien para los demás
Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, pues, no existe la verdad, es verdad que la verdad no existe.
La existencia de Dios es evidente en sí misma, pero no para nosotros, por tanto, debe demostrarse
Existen bienes particulares que no poseen relación necesaria con la felicidad, ya que sin ellos uno puede ser feliz. A tales bienes no se adhiere la voluntad necesariamente.
Sea cual fuere el don que hagamos a alguien, el primer regalo que le hacemos es el de amarle.
El amor conduce a la felicidad. Sólo a los que lo tienen se les promete la bienaventuranza eterna. Y sin él, todo lo demás resulta insuficiente.
El que ama sale de su interior y se traslada al del amado en cuanto que quiere su bien y se entrega por conseguirlo, como si fuera para sí mismo.
Dios, causa de todo, por lo inmenso de su bondad amorosa, sale de su propio interior para colmar todas las cosas.
El verdadero maestro es aquel que ayuda al alumno a alcanzar la perfección de la ciencia.
Todos los hombres por naturaleza desean saber.
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